El miedo es una de las emociones que en terapia floral, se relacionan con los trastornos emocionales, mentales y físicos, incluidas algunas enfermedades. Lo podemos definir como una reacción normal ante una situación percibida como amenaza y peligro, una emoción primordial inherente a la naturaleza animal cuya utilidad es mantener la supervivencia, y desde este punto de vista, el miedo es positivo y natural. Es normal huir ante un atacante, o reaccionar ante un terremoto o desastre natural para ponerse a salvo.
Pero el miedo se convierte en algo negativo cuando nos quedamos con ese sentimiento incluso cuando el peligro ha pasado, de tal manera que interfiere en el normal desarrollo de nuestra vida. De igual manera, cuando tenemos miedos irreales, a objetos y situaciones que no ponen en riesgo nuestra vida, como el miedo a hablar en público, el miedo al futuro, a envejecer, etc., o cuando a causa del miedo, en lugar de luchar para ponernos a salvo, nos paralizamos y quedamos expuestos e indefensos.
De igual manera, podemos hablar de miedos agudos o pasajeros que se presentan frente a una situación determinada, pero pueden terminar rápidamente, y de miedos crónicos, más profundos, que llevamos de una manera consciente o inconsciente a lo largo de nuestras vidas, incluso por influencias familiares, culturales, religiosas, etc.
Poder reconocer diferentes tipos de miedo:
- Las fobias, que son miedos que se han convertido en traumas, y que pueden ser explicados o no.
- El pánico, que es un miedo que paraliza a la persona, dejándola incapaz de reaccionar de una manera coherente y racional.
- El terror, que es un miedo extremo que se expresa con reacciones descontroladas.
- El temor, que es un miedo vago, indeterminado, que cuesta explicar
- El susto, que es un sobresalto frente a una irrupción brusca acompañada de un miedo repentino.
¿Qué es lo que nos lleva a sentir tales temores ante situaciones que no constituyen verdaderos riesgos? Muchas veces, es el ego desarmonizado que nos pone alerta frente a riesgos ilusorios que lo único que podrían causar es atentar contra la falsa autoimagen que se crea en nuestras mentes.
De cualquier forma, el miedo constituye un obstáculo en nuestro desarrollo, puesto que nos impide avanzar y manifestar nuestro potencial. En su obra, Edward Bach nos dice que: “El miedo en realidad no tiene lugar en el reino humano, puesto que nuestra Divinidad interior, que es nosotros, es inconquistable e inmortal, y si sólo nos diéramos cuenta de ello, nosotros, como Hijos de Dios, no tendríamos nada que temer”. Nos manifiesta además que uno de los principales miedos que experimentamos es a perder aquello que tenemos: el dinero, las posesiones materiales, el respeto de los demás, la seguridad, los seres queridos, etc. En cuanto a la salud, nos dice que el miedo a la enfermedad puede hacernos más daño que la propia enfermedad, e incluso predisponernos y volvernos vulnerables ante una infección o el desarrollo de una patología. De igual manera, que el miedo está relacionado con el egoísmo, puesto que cuando nuestros esfuerzos están centrados en los demás, no tenemos tiempo para preocuparnos por las enfermedades personales.
¿Qué consecuencias trae el miedo a nuestro cuerpo? En realidad, afecta a todas aquellas funciones relacionadas con el estrés o la ansiedad, tomando en cuenta que mientras el miedo sea más profundo y continuado, las manifestaciones físicas serán más evidentes. Tal como nos dice el Dr. Bach, el miedo predispone a un descenso del sistema inmunológico, lo que nos vuelve más susceptibles a contraer infecciones por bacterias, virus, hongos o parásitos. También, se ha relacionado muy especialmente al miedo con las enfermedades de los riñones. De hecho se considera que los cálculos renales son “miedos cristalizados”. Además, se pueden afectar órganos relacionados con la comunicación (cuerdas vocales, garganta), el tracto gastrointestinal (gastritis, colitis, úlceras), el sistema nervioso (temblores, ataques de ansiedad y pánico), trastornos de las piernas y pies, sistema endócrino, sistema respiratorio. Sin embargo, la manifestación física dependerá del tipo de miedo y las circunstancias personales.
ESENCIAS FLORALES PARA EL MIEDO:
Los sistemas florales que existen en la actualidad contienen esencias específicas para tratar los diferentes tipos de miedo y sus variantes.
Dentro del sistema de Flores de Bach, tenemos:
- Mimulus: para el miedo a cosas cotidianas y conocidas, aquellos miedos que podemos reconocer e identificar por su nombre, como el miedo a las alturas, los insectos, la oscuridad, a personas, animales, etc.
- Aspen: para el miedo a objetos intangibles, sobrenaturales, que no podemos explicar. Miedo a fantasmas, a manifestaciones sobrenaturales, presentimientos, a lo desconocido, etc.
- Red Chestnut: para la preocupación excesiva por otras personas, personas que tienen demasiado miedo al futuro de sus seres queridos.
- Cherry Plum: para el miedo a perder el control, personas que ejercen un exceso de control sobre sí mismas por miedo a perderlo y hacer cosas de las cuales podrían arrepentirse..
- Rock Rose: en situaciones de pánico, terror, alarma y estrés excesivo. Personas muy sensibles que se asustan por cualquier cosa, o que sufran de ataques de pánico o ansiedad.
Dentro del Sistema Bosque Profundo (Chile), se destacan:
- Alstroemeria: para el miedo causado por situaciones devastadoras, como un desastre, la pérdida de un ser querido, un evento traumático.
- Abedul: para miedo expresado como pánico relacionado con sentimientos de automartirio.
- Araucaria: para el miedo a la soledad.
- Flor de la cascada: para el miedo ante la adversidad, a arriesgarse a enfrentar situaciones atemorizantes.
- Orquídea amarilla: para liberar miedos y temores, permitiendo reconocerlos y corregirlos
- Orquidea trinidad: para el miedo al futuro y a la carencia.
Dentro del Sistema Desierto Florido (Chile), encontramos:
- Amancai: para el miedo a hablar, a expresarse.
- Huilli: para el miedo a la intimidad, especialmente respecto a la vida en pareja.
Y dentro del Sistema Asilvestradas (Chile), podemos utilizar:
- Trompeta de ángel: para el miedo a la muerte o a cambios trascendentales en la vida.
- Almendro: para el miedo a crecer, a madurar, a aceptar los cambios que vienen con la edad.
- Ajo silvestre: para el miedo que paraliza, que agota las fuerzas vitales.
- Crisantemo: para el miedo a la vejez y lo que bien con esta.
- Hierba de San Juan: para el miedo a lo sobrenatural, a experimentar situaciones paranormales. Para los animales con miedos desconocidos.
- Mimulus sanguíneo: para los miedos heredados que se transmiten de generación en generación.
Posteriormente, abordaremos individualmente cada una de estas flores y sus características particulares.
A través de las esencias florales para el miedo, podremos identificar, reconocer y enfrentar a los objetos de nuestros miedos, así como al miedo mismo, observándolo en su verdadera dimensión sin las ilusiones de la mente y el ego, tomando conciencia de que tenemos el control sobre nuestros temores. De igual manera, podremos reaccionar ante las situaciones de riesgo con sabiduría, evitando impulsos inadecuados. Estas esencias nos otorgan valentía, fuerza, coraje, iluminación sobre situaciones que no comprendemos completamente, serenidad y confianza.
Consulta a un terapeuta floral para conocer cuál es la esencia que en realidad necesitas.